Agostina C.

Agostina, nacida en Santiago del Estero y adoptada a días de nacer,

en su relato revela una búsqueda de identidad, conexión y agradecimiento,

mostrando la complejidad emocional que rodea a la adopción.

Mi nombre es Agostina,

tengo 29 años y soy hija adoptiva. Nací el 29 de junio de 1989, en Santiago del Estero, en un pueblo que se llama Monte Quemado.

Cuando tengo que decir desde cuándo sé que soy hija adoptiva, digo que lo sé desde que nací. Incluso pienso que lo sé desde la panza de mi mamá biológica.

La historia de mis papás adoptivos es dura y difícil. Pasaron por momentos muy complicados. Mi mamá quedó embarazda dos veces pero perdió ambos bebés. Por este motivo, yo creo que fue el destino (en realidad, creo fehacientemente que fue el destino o el universo o lo que cada uno crea) el que me puso en el camino de mí Papá Daniel y mi Mamá Marga (así le dicen todos los que la conocen). NOS necesitábamos.

Llegué a los brazos de mi Papá y mi Mamá con tan solo días de vida. Y hasta el día de hoy, por más loco que parezca, me acuerdo de algunos momentos allá en Santiago. No sé si son recuerdos míos o si se deben a charlas con mis papás o si se deben a fotos que vi, pero en mi memoria están.

Mi adopción fue un tema del cual en casa siempre se habló con total naturalidad, y mis papás siempre me contaron mí historia. Además, siempre me contaron cómo vivieron ellos todo el proceso de mi adopción, con su ansiedad por conocerme, sus miedos de convertirse en padres, la necesidad de protegerme que tenían y por sobre todas las cosas, todo el amor y la familia que querían brindarme.

Para mí la adopción es un acto de amor, de ambas partes. Pero no es solo eso, ya que considero que en el medio del amor, uno atraviesa por millones de sentimientos como sufrimiento, pérdidas, inseguridades y puedo seguir enumerando.

Es increíble lo parecida que soy a mi papá. De muchas similitudes que tenemos, se destacan los rasgos y facciones de la cara, y no puedo dejar de mencionar que ambos somos zurdos. Además de ser parecida a mi papá, me sigue sorprendiendo hasta el día de hoy el hecho de que soy muy parecida a mi prima Paola. Cualquiera podría pensar que somos hermanas de sangre. Tal vez por estas razones, nunca tuve que explicar o contar mi historia de vida en respuesta a la típica frase: “Ay, pero no te pareces nada a tus papás”.

Hace un par de meses empecé a leer el libro “La Hija”, de Florencia Alifano. Nunca leí un libro tan rápido. Su historia me llamó la atención y obviamente, de alguna manera, me vi reflejada en ella. A los pocos días de terminar el libro, me puse en contacto con Florencia a través de las redes sociales y le comenté lo mucho que me había gustado su libro y las miles de preguntas e incertidumbres que también me había generado.

En ese momento, justo estaba haciendo terapia y empecé a hablar bastante de mi adopción (algo que, con otras psicólogas, a lo largo de mi vida no había hecho).

Le conté a mi psicóloga sobre el libro de Florencia, y así empezamos a trabajar los miedos, abandonos y varias cosas más, que a mi criterio, conllevan ser hijo adoptivo.

En una sesión clave con mi psicóloga, me di cuenta de que quería conocer a mi mamá biológica. Entonces, tomé la decisión de buscarla. Esa misma noche, después de esa sesión, me senté a hablar con mis papás. Les conté del libro de Florencia Alifano y lo que había hablado con mi psicóloga. Siento que ese momento, esa conversación, marcó un antes y un después en mi relación con ellos (100% positiva). Lo describo como EL MOMENTO QUE LOS 3 ESTÁBAMOS ESPERANDO Y NECESITANDO.

Ellos volvieron a contarme mi historia como ya lo habían hecho un millón de veces en el pasado. Pero esta fue la primera vez que yo les presté mucha atención en cada detalle. Hablamos durante horas. Repasamos detalles y más detalles, entre ellos, el nombre de mi mamá biológica: ‘Agustina’. Sí, solo una letra de diferencia con mi nombre. También me dejaron muy en claro que contaba con su apoyo en absolutamente todo lo que decida hacer. Les comenté mi idea de empezar la búsqueda de mi mamá biológica, sin siquiera saber cómo ni por dónde empezar. Ellos me ayudaron, me guiaron y me contactaron con gente que podía llegar a tener información. Hoy sé su nombre y tengo una edad aproximada. Con esta información estoy tratando de avanzar. Hasta el día de hoy la sigo buscando, con lo poco o mucho que tengo, pero siempre con mucha fe.

Ojalá que el destino, el universo, y la vida, me ayuden a que la pueda conocer, y así pueda agradecerle por elegir la vida y por elegir a mis papás.

Agos C de pequeña

Agostina es Profesora de Educación Física, maquilladora profesional, y está casada.

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