Florencia A.
Florencia es Lic. en Psicología.
Escribió un libro acerca de su historia personal: “La Hija”.
Mi nombre es Florencia.
Tengo 32 años y soy psicóloga, investigadora científica y escritora. Soy hija adoptiva. Me enteré de mi adopción cuando tenía 10 años en la escuela.
En casa me habían enseñado que había nacido del corazón de mi mamá, y en la escuela nos decían que los bebés venían de la panza. Siempre mis papás me hablaron con la verdad, la verdad que ellos conocían, y prometieron estar a mi lado para cualquier cosa que necesitara. Estaban dispuestos a enfrentarse a cualquier cosa por mí, y a eso voy a agradecérselos siempre.
Decidí emprender la búsqueda de mi identidad a los 18 años, sola. Así sentí que debía ser, más allá del apoyo que tenía de mi familia. Quise esperar a cumplir la mayoría de edad, no me pregunten por qué, simplemente sentí que era el momento indicado.
Mucho tiempo antes había imaginado y soñado un encuentro con mi madre biológica, a pesar de los miedos lógicos que aparecían, nada detuvo mi marcha. Mi objetivo era claro. Quería saber a quién me parecía, si tenía hermanos biológicos y por qué la mujer que me dio a luz había tomado esa decisión. Siempre me decía a mi misma que no quería irme de este mundo sin agradecerle a la mujer que me tuvo 9 meses en su vientre la posibilidad que me dio de vivir y de ser feliz junto a una familia.
Mi deseo se cumplió rápidamente. A dos meses de empezar a buscarla, la encontré. Ella también me estaba buscando. Y para mi sorpresa, también me había deseado. En ese primer encuentro (o debería decir segundo, porque el primero fue el día de mi nacimiento) nos dimos un abrazo fuerte que pareció durar una eternidad (cuento toda esta maravillosa historia con más detalle en mi libro La Hija).
Ese abrazo marcó un antes y un después en mi vida, pero no cambió tanto mis sentimientos, ni hacia ella ni hacia mis seres queridos. Todo se mantuvo igual en ese aspecto. Pero sí aprendí a no juzgar, a valorar lo que me tocó en esta vida y a agradecer por las personas que tenía a mi lado. De esta manera lo había querido el destino, por algo había pasado. Logré cerrar mi historia, un círculo incompleto, mi identidad.
¿Qué hubiese pasado si me quedaba con los prejuicios, con los miedos? Me llevó dos años procesar y aceptar todo lo vivido. No me faltó contención de parte de mi psicóloga, quien me acompañó a lo largo de todo el proceso, ni de mi familia. Cuando hay amor de por medio es difícil que las cosas salgan mal, y por suerte a mí nunca me faltó amor.
Aquellos temores, dudas y preocupaciones con los que crecí se esfumaron con aquel abrazo, en un instante. Todo trajo paz, todo trajo más amor, todo valió la pena. De esta experiencia gané mucho. Hoy tengo más buenas personas cerca de mí. Esto fue un aprendizaje marcado a fuego para toda la vida. Hoy valoro y agradezco todo lo que tengo.
Les aconsejo que hablen con sus seres queridos, con sus padres y hermanos. Anímense. Derriben esos miedos y prejuicios, puede haber una gran historia esperándolos. Nuestra identidad es nuestro derecho. ¿Qué significa la adopción para mí? El acto de amor más grande que existe. Que un papá y una mamá busquen con tanto deseo a un niño/a para amar por el resto de sus vidas es algo que provoca en mí emociones difíciles de describir con palabras. Es heroico y admirable. Es amor verdadero.

Florencia, destacada psicóloga e investigadora, nos comparte su emotiva historia de adopción y búsqueda de identidad en su libro “La Hija”.
Sumérgete en un viaje de autodescubrimiento, amor y reencuentro.
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