Javier W.
Javier, nacido en el humilde pueblo de Ingeniero Juárez, comparte su conmovedora historia de adopción. Criado por Nené, quien lo acogió durante una misión médica en Formosa, siempre supo de su adopción, pero solo con el tiempo entendió la verdad detrás de su origen. En una búsqueda emocional para conectar con sus raíces, Javier finalmente encontró a su madre biológica, cerrando un círculo vital en su vida. Acompáñanos en este viaje íntimo de identidad y amor.
Mi nombre es Javier,
nací hace 43 años en la provincia de Formosa, más precisamente en Ingenierio Juárez, que es un pueblo muy humilde que está 500 kilómetros de la capital provincial.
Mi madre biológica tenía 15 años cuando yo nací. Ella fue una valiente: se decidió por la vida y eligió darme en adopción.
Mi Mamá Nené (Haydeé) trabajaba en el Ministerio de Salud de la Nación y viajó a Ingeniero Juárez con un grupo de médicos en el marco de una tarea de observación de la precariedad de la salud pública en las zonas del interior de Formosa.
En Ingeniero Juárez no había hoteles, sólo una casita de unas monjas que trabajaban mucho con los aborígenes de la zona, ayudándolos en materia de salud y educación.
Una noche entró una de las monjas, la hermana Gracia, y le pidió si podía acompañarla. Había una chica que estaba por dar a luz y lo quería regalar, término que se usa mucho en nuestro interior, regalar un hijo.
Nené, sin dudarlo: «Sí, vamos, te acompaño».
Al entrar a la salita, Nené le dijo a la hermana Gracia que no buscara más: «Yo lo adopto».
Gracia la miró y le lanzó: «Vos estás loca».
Nené, soltera, sin hijos, en algún momento había pensado en adoptar. Ahora tenía la oportunidad. Me vio, me abrazó, hizo algunos papeles como para poder seguir los trámites y me trajo a Buenos Aires.
Siempre supe que soy adoptado. Nené me contó una historia muy linda, como para suavizar el sentimiento de abandono que siempre nosotros, los adoptados, tenemos.
Me contó que mi papá se había muerto trabajando en el monte y que mi mamá se había muerto de tristeza.
Esta historia me acompañó hasta los 18 años, cuando un día me sentó a tomar unos mates y me contó que en realidad esa historia era para protegerme, que ella había conocido a mi madre biológica y que era muy chica cuando yo nací. Tenía 15 años, como dije, seguramente vivía en el mismo lugar donde yo había nacido.
Luego de recibida esta noticia comenzó mi interés y necesidad de conocerla, de conocer mis orígenes, sobre todo saber a quién me parecía. Mi mamá, de origen alemán, y yo, un morocho del monte formoseño. Claramente no nos parecíamos en nada. Eso era lo que más me llamaba la atención, conocer a quien me parecía, conocer mis raíces, mi identidad.
Tuve dos oportunidades de conocerla. La primera fue fallida, ella estaba aún casada y cuando su marido se enteró que yo había llegado al pueblo se la llevó a Salta, no la pude conocer.
La segunda fue unos años después, con el nacimiento de mi primer hijo, Ignacio, mi primer lazo de sangre. Me removió nuevamente la necesidad de conocer mi orígenes, de conocer a mi madre biológica.
Mamá se acordó de que había una persona que podíamos contactar, un cura que estaba todavía en la zona y que había estado cuando yo nací. Lo contacté. Se llama Francisco Nazar. Coordinamos para que fuera a Formosa. Viajé, me encontré con él y juntos fuimos hasta Ingeniero Juárez.
Dimos unas vueltas en la camioneta y llegamos hasta una casa muy sencilla, muy humilde. Al escuchar el auto salieron de la casa dos mujeres. Una de ellas era igual a mí, era ella mi mamá, mi mamá biológica.
Bajé de la camioneta, nos abrazamos, me presenté: «Me llamo Javier», le dije.
«Hola, me llamo Clara».
Sol, mi mujer, estaba embarazada de mi segundo hijo, una nena a quien le habíamos puesto Clara, cosas del destino.
Lloramos, nos abrazamos. Fue cerrar un círculo que tenía que cerrar, un velo que tenía que descubrir.

Javier es Ingeniero Industrial, está casado y tiene 4 hijos.
Explora entre los testimonios de otros hijos adoptados
¡No te pierdas de nada!
* La Voz del hijo en Facebook es un grupo cerrado exclusivamente para hijos adoptivos. Solicitar acceso.